domingo, 4 de septiembre de 2011

Inopinado.

La vida se va en segundos, así como llega. Nada nos asegura ni ata sobre la faz; ni el dinero, ni la posición, ni tampoco la fama. Mucho menos quienes decimos ser, y quienes pregonamos, seremos. Cuando Dios traza líneas diferentes sobre nuestro plano de vida, no hay nada que se pueda hacer en contra de ello, por más que caigamos de rodillas, nos revolquemos en el piso, gritemos de dolor.
Llegó hasta lo más profundo de mí ser la noticia de este fin de semana. Era (y sigue siendo) como esa sensación que te recorre por todo el cuerpo, y que por más que ves, no lo crees. Cuando un peñisco en el brazo, no es suficiente; cuando las probabilidades se enfrentan con la fe, la esperanza, eso que queremos y necesitamos creer.
Fueron veintiún cuerpos, espíritus, almas, hijos, amigos, amantes. Veintiún personas que seguramente tenían planes, sueños. Familias que esperaban ansiosos por recibir fotos, noticias de la Isla a la cual acudían, sin más que ayudar. Pero las vueltas de la vida, y literalmente las del avión, arrugaron sus destinos: el propósito de ellos humanos, no se cumplió.
Para los que me conocen, no les deslumbrará precisamente, saber que lloré. Principalmente, porque no esperas todos los días que gente muera así, de forma terrible. Me preguntaba, ¿Qué habrá pasado por sus cabezas? ¿Cuáles fueron sus últimas palabras? ¿Habrán pensado en Dios? ¿Lo conocían a caso? ¿Se arrepintieron? Así que no lloraba por que existiese gente conocida en esa tragedia, o por simple pena: lloraba por sus almas, por esa cruda realidad que muchas veces tenemos a diario, pero que nos hacen tomar conciencia cosas como estas. ¿Cuánta gente muere cada día y no ha aceptado a Jesucristo? No a ese religioso que los católicos y otros suelen poner lejano, por allá arriba; sino a ese que vive dentro de uno mismo, a diario, esperando por abrir esa puerta de nuestro corazón, que suele estar cerrado bajo llave. ¿Qué es lo que hacemos callados?...
Quizás para lo que debería escribir, esto es poco. Y es que siento que respecto al tema, no tengo más palabras. Muchas preguntas, respuestas conocidas… Solo le pido a Dios por cada uno de los que viajaban en ese avión: Felipe Camiroaga, Roberto Bruce, Sylvia Slier, Carolina Gatica, Rodrigo Cabezón, Felipe Cubillos, Sebastián Correa, Joaquín Arnolds, Catalina Vela Montero, Joel Lizama, Jorge Palma, Gália Díaz Riffo, Romina Irarrazabal, José Cifuentes, Rodrigo Fernández, Carolina Fernández, Juan Pablo Mallea, Erwin Núñez, Eduardo Jones, Eduardo Estrada, y Flavio Olivo.
Para finalizar, solo me queda agregar que espero, esta semana puedan encontrar sus cuerpos; y esperar por un milagro.


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