viernes, 1 de abril de 2011

Materias del Mercado

La semana ya había sido algo pesada. Lo digo de un punto de vista personal, pues, me la pasé todos los días con una cantidad de pajaritos en la nariz increíble. E incluso el día miércoles terminé dopada en mi casa, esperando que algo de efecto hicieran los remedios.
“Este detalle del resfrío, será el único detallito de la semana”, declaré hartas veces mientras me aburría como ostra en mi casa… ¿Y con qué me encuentro a final de semana? Una prueba increíblemente cabezona de un libro que se me hace eterno. Y está bien. Yo acepto que sea un libro que rompió esquemas desde su publicación, hasta el día de hoy; que incluso en Literatura lo estudien todo un semestre, porque es “brillante”, es “cómico”, un libro “completo”, bla, bla, bla. De verdad que lo acepto. Pero no hubo caso que me gustara, y eso que disposición en un principio, tuve. El año pasado no fue la mejor experiencia con él, y me dije a mi misma, “Dicen que la segunda parte es mejor”. Para mí, fue casi lo mismo. Tuve que releer algunas frases, y eso de devolverme en la lectura, a mí no me gusta.
El punto es que sufrí en la prueba. Sufrí como en ningún otro control de lectura. No es novedad que me guste responder harto, porque mientras más completa, desarrollo mejor mi idea. Pero no podía evitar escribir cargando mucho el lápiz, desordenado, ya superada por querer terminar semejante prueba. Me acordaba de todo lo que me había demorado en leer, y no podía encontrar ninguna cita textual para ejemplificar, se me enredaron los capítulos, no sabía si tal hecho, pasaba en tal parte, o tal. Un desastre neuronal que se los encargo.
Si hasta en un momento me quise rendir. Me faltaba completar ciertas respuestas, y la muñeca me dolía tanto que paré. Miré a mi alrededor, y todos escribían concentradamente en sus pruebas (o por lo menos la mayoría), de forma didáctica. Si incluso podía escuchar el sonido del lápiz sobre la hoja susurrando: “Quijote, Quijote, Quijote”.
Crisis de pánico. Quería pararme del asiento, gritar, romper la hoja y salir corriendo. Pero era una nota. Mi primera nota en Lenguaje y Comunicación directa al libro. Y entonces todo lo puse en un balance: intentarlo, o entregar la prueba y tener una nota mediocre. Quizás más que eso.
No hay nada peor que ponerse nervioso por una prueba. Me suele pasar en matemáticas, pero nunca en algo que, según mis habilidades y comentarios, es algo que se me da con facilidad. Pero saqué la conclusión que, cuando eres humano, te equivocas en muchas arias de tu vida. Incluso esas que crees, manejas bien.
De todas formas espero tener un siete, a pesar de haber contestado cualquier cabeza de pescado cuando la presión psicológica del ambiente y los comentarios comenzaron a desconcentrarme los últimos minutos de prueba. Quiero creer que mi capacidad bajo a presión y la facilidad de palabras, siga intacta.
De todos modos, cómo dice Fito:

Habrá que declararse incompetente, en todas las materias del mercado”.

Por lo menos, hasta que tenga esa hoja llena de letras mal escritas en mis manos.

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