viernes, 29 de abril de 2011

Entre discursos

No es que me haya gustado en demasía mi opinión sobre del discurso, pero si me agradó bastante. Muy rara vez me gusta lo que escribo, en todo caso. Siempre creo que podría ser mejor, en todo ambito, incluso con cosas como estas, cosas que realmente me gusta hacer. Pero el tema de mi blog por hoy, no será ese.
A continuación, mi ensayo.
  
Estoy de acuerdo con Jobs, en por lo menos, más del noventa por ciento de lo que plantea en su discurso. Tuve la oportunidad de ver su planteamiento por video, y en ningún momento dejó de agradarme. Muy por el contrario, lo sentía tan como mi tío favorito, aconsejándome acerca de la casi confusión que tengo respecto mi futuro. Podría notar en sus palabras, ese toque cálido que muchos en su lugar (tipos exitosos, con dinero y dueño de enormes empresas), no saben transmitir.Me llamó la atención la variedad de acontecimientos que marcaron su vida; un nacimiento no deseado, que pasó a ser anhelado por un par de padres que a pesar de no tener una carrera universitaria (a diferencia de la madre biológica), le darían lo que realmente necesita un niño: amor. Luego, cuando creyó que un curso de tipografía no le serviría para mucho, lo convirtió en una de las empresas más exitosas, cómo lo es Apple. (¿Quién no ha soñado con un notebook con la manzana del logo en la tapa? Yo sí, por lo menos). Y cuando lo echan prácticamente de su propia empresa, crea dos compañías; una que ha permanecido estable en el tiempo, y otra que se convirtió en la creadora de Toy Story, o sea, ¿De qué estamos hablando? A mí me parece simplemente fabuloso, que de tener cinco centavos para alimentarse, a través de sus habilidades y aprovechar las oportunidades entregadas, haya aprovechado cada una de ellas. No tenía nada que perder. Y es lo que, la mayoría de la gente, no hacemos. Encerrarnos en un mundo minimizado, pequeño, conformista, y “para que arriesgarnos, si después de todo puede que no resulte”.
El discurso de Jobs, me recuerda una frase de Joseph Chilton Pearce, escritor norte americano: “To live a creative life, we must lose our fear of being wrong”. Lo que en español significaría: “Para vivir una vida creativa, debemos perder el miedo a equivocarnos”. ¡Y es lo que más nos cuesta! El fracaso, o solo la idea de vivirlo, y la mayoría de las veces, solo por culpa de la gente que nos rodea. Escuchar comentarios mal intencionados, o simplemente perder la fe.
Algo que corregiría de Jobs, es que, no es que tengamos que creer en cualquier cosa; es creer en quien REALEMENTE vale la pena hacer: Dios. El seguramente no lo sabe, o quizás no lo tiene tan presente, pero fue el quien le ha dado todas las bendiciones que hasta el día de hoy, él posee.
Yo espero poder seguir sus consejos. Desarrollarme en eso que amo, y en ese talento que se me ha dado, sin temor a nada, porque sé que “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.

domingo, 17 de abril de 2011

Eso de ser familia

Hoy día, por vez consecutiva, mi hermana tuvo la amabilidad de despertarme a las ocho de la mañana (madrugada). Ella es tan original, que todos los fines de semana, tiene diferentes formas de despertarme.
Ayer sábado, abrió la puerta lentamente. “Dani… Dani…”. Abrí un ojo. Su sonrisa (que ocupa más de lo normal en su carita) hizo que en vez que saliera un “Ándate, déjame dormir”, solo le devolviera (o intentara) una sonrisa. Un poco fallada a tamañas horas de la mañana, pero la intención es lo que vale, dicen. Y bueno, hoy fue menos decoroso. Sus gritos se escuchaban por toda la cuadra. Con suerte, no salieron de la comuna, y todo por maña.
Ella es súper diferente a mí, en especial a esa edad. Yo me acuerdo que cuando tenía cuatro, si mi mamá me decía que me callara, yo lo hacía, sin pensarlo, y de puro susto. En cambio, Victoria lucha por sus derechos hasta el final; incluso si la están amenazando con que no verá sus monitos el fin de semana. Mientras pueda hacerle honor a su nombre, ella hasta el final.
Su mente tiene forma de raíces cuadradas. Antes de aprenderse las vocales, se aprendió bien los números; cuando sabía sumar, contaba las letras de las palabras que decía. Ahora que esta en el colegio y tiene tareas, ella prefiere hacer las de matemáticas primero. Es algo que no me cabe. Tiempo invertido en algo que ella terminó transformando en operaciones aburridas. Yo fui de la idea que le comprásemos un silabario. Según mi mamá, ella lo iba a hacer de todas formas, pero que tampoco quería que la Vico se apegara mucho a las letras. Y yo podía entender esa sobre lectura en sus ojos, labios, y terminaciones nerviosas: No queremos otra artista en la familia. Llámenme como quieran, perseguida, da lo mismo. Para mis papás, el que yo quiera ser Escritora y después estudiar Arte para de alguna forma, complementar las dos cosas que más me gusta hacer, significa inevitablemente, morirme de hambre. Infelicidad. Pagar cuentas con amor. Bla, bla, bla. Esas cosas aprensivas típicas de un par de padres que se desgastan intentando subirte el ego con cosas como “tu eres para más”, “tienes buenas notas, darás una buena PSU, estudia otra cosa…”. ¿Y la felicidad? ¿El desarrollarse en las habilidades que Dios te da? A la punta del cerro.
Pero como iba diciendo. Mi hermana chica, es diferente. Yo digo (bromeando), que nos salió media comunista. Que algún día, la vamos a ver tirando piedras en las protestas, y que mi mamá va tener que partir a buscarla a la comisaría. Y que en caso que ella no vaya, yo feliz la voy a buscar. (Ojalá sea menor de edad si, porque sino, estaríamos en problemas). Más que nada, porque yo soy pura boca a veces, y me hago la agrandada. A mi no me da para estar en manifestaciones (creo). Prefiero verlo de lejos, con el favor de Dios que no me llegue una piedra en la cabeza o algo parecido. Y seguramente, me pondría a llorar si me suben a un Guanaco. Llamaría a mi mamá… Todo mal.
Victoria tiene espíritu de líder. Yo sinceramente siento que lo tengo, pero no lo ocupo, no me interesa desarrollarlo tampoco. A diferencia de ella, que se nota que le gusta imponer presencia, amenazar disimuladamente con su facilidad de manejo, en todo grupo en el que se pueda encontrar, incluso con sus no pares. Cuando le pegan, ella le dice que eso no se hace, y después lo ignora; a mí cuando me empujaban, me ponía a llorar, y esperaba a que se me pasara.
Las malas lenguas, hablan que somos iguales. Pero cada vez me convenzo que solo se trata de un asunto facial, y quizás corporal (en un futuro bastante más alejado)

domingo, 10 de abril de 2011

Que valga la pena

No sé que mucho contar, o que mucho omitir acerca de esta semana. Así que esto no fluirá demasiado, le aviso desde antemano, profesor.
He intentado responder con todas mis tareas diarias, ya sean colegiales, caseras y sociales. Como persona, hija por sobre todo, hermana, polola, sobrina. A pesar de no tener mucho ánimo. “Pal’ mal tiempo, buena cara” sería un buen consejo a seguir. A mi no me funciona mucho, pero por lo menos he hecho el intento y existe la disposición dentro de mí.
Esperé a escribir hasta hoy domingo, día límite, porque no tenía ganas de exteriorizar. Pero es un punto para lo que, podría llegar a ser un siete. Y aquí, todo sirve. Hasta las tareas y el cuaderno bien ordenado. Vale la pena hacer un esfuerzo.
Como dato freak, podría aportar que por décima vez, me dijeron que la Universidad de Chile pasa en paro, en especial la Facultad de Humanismo, la que está al lado del Piedragógico (Perdón, quise decir Pedagógico), y la Universidad Tecnológica Metropolitana. Cuál de las tres más revolucionaria. Si hasta le tienen apodo: “El triángulo de las bermudas”. Un conocido contaba que un día como cualquier otro, mientras jugaban fútbol, una bomba lacrimógena caía en la cancha de la Universidad. Todos se miraron perplejos. Definitivamente, que algo como eso caiga como Pedro por su casa, no es de todos los días. Mientras no me llegue en la cabeza si llego estudiar ahí, estamos al otro lado.
Tengo que admitir que aunque recién pasó el primer mes de colegio, ya quiero que se termine rápido todo esto, por lo menos lo que es primer semestre. El segundo es más corto, hay menos cosas, menos días, más estrés. En una de esas, valga un poco la pena.
Literalmente.

viernes, 1 de abril de 2011

Materias del Mercado

La semana ya había sido algo pesada. Lo digo de un punto de vista personal, pues, me la pasé todos los días con una cantidad de pajaritos en la nariz increíble. E incluso el día miércoles terminé dopada en mi casa, esperando que algo de efecto hicieran los remedios.
“Este detalle del resfrío, será el único detallito de la semana”, declaré hartas veces mientras me aburría como ostra en mi casa… ¿Y con qué me encuentro a final de semana? Una prueba increíblemente cabezona de un libro que se me hace eterno. Y está bien. Yo acepto que sea un libro que rompió esquemas desde su publicación, hasta el día de hoy; que incluso en Literatura lo estudien todo un semestre, porque es “brillante”, es “cómico”, un libro “completo”, bla, bla, bla. De verdad que lo acepto. Pero no hubo caso que me gustara, y eso que disposición en un principio, tuve. El año pasado no fue la mejor experiencia con él, y me dije a mi misma, “Dicen que la segunda parte es mejor”. Para mí, fue casi lo mismo. Tuve que releer algunas frases, y eso de devolverme en la lectura, a mí no me gusta.
El punto es que sufrí en la prueba. Sufrí como en ningún otro control de lectura. No es novedad que me guste responder harto, porque mientras más completa, desarrollo mejor mi idea. Pero no podía evitar escribir cargando mucho el lápiz, desordenado, ya superada por querer terminar semejante prueba. Me acordaba de todo lo que me había demorado en leer, y no podía encontrar ninguna cita textual para ejemplificar, se me enredaron los capítulos, no sabía si tal hecho, pasaba en tal parte, o tal. Un desastre neuronal que se los encargo.
Si hasta en un momento me quise rendir. Me faltaba completar ciertas respuestas, y la muñeca me dolía tanto que paré. Miré a mi alrededor, y todos escribían concentradamente en sus pruebas (o por lo menos la mayoría), de forma didáctica. Si incluso podía escuchar el sonido del lápiz sobre la hoja susurrando: “Quijote, Quijote, Quijote”.
Crisis de pánico. Quería pararme del asiento, gritar, romper la hoja y salir corriendo. Pero era una nota. Mi primera nota en Lenguaje y Comunicación directa al libro. Y entonces todo lo puse en un balance: intentarlo, o entregar la prueba y tener una nota mediocre. Quizás más que eso.
No hay nada peor que ponerse nervioso por una prueba. Me suele pasar en matemáticas, pero nunca en algo que, según mis habilidades y comentarios, es algo que se me da con facilidad. Pero saqué la conclusión que, cuando eres humano, te equivocas en muchas arias de tu vida. Incluso esas que crees, manejas bien.
De todas formas espero tener un siete, a pesar de haber contestado cualquier cabeza de pescado cuando la presión psicológica del ambiente y los comentarios comenzaron a desconcentrarme los últimos minutos de prueba. Quiero creer que mi capacidad bajo a presión y la facilidad de palabras, siga intacta.
De todos modos, cómo dice Fito:

Habrá que declararse incompetente, en todas las materias del mercado”.

Por lo menos, hasta que tenga esa hoja llena de letras mal escritas en mis manos.